lunes, 29 de agosto de 2011

¡Me la como!

Mi jefe, el bueno, debía un cuento, y, cómo no, dejó el mejor de los encargos para el final. Ahí está Rosa (con el permiso del resto). Ahí tienes un cuento para Pablo. Espero que te guste, sé que mi jefe te lo hizo con mucho cariño.


¡ME LA COMO!


¡A los buenos días!

Mi nombre es Pablo y tengo dieciséis meses (¡aaaaah, se siente, haber nacido después!).
Aunque soy pequeño ya tengo un trabajo fijo.
Consiste en ir descubriendo los agujeros de mi cuerpo.

Llevo varios meses investigándome a mí mismo y he descubierto un montón de agujeros extraños en mi cuerpo Danone.
Por la parte de arriba tengo dos que se abren y se cierran muy rápido.
Cuando están abiertos veo la luz. Es como la sonrisa de mamá. Ves el mundo mundial que es un lugar cálido y lleno de colores.
Cuando los cierro no veo nada. Pero se me repiten algunas imágenes en una cosa que los mayores llaman sueños. Suelo soñar con la teta de mamá. Es el sueño que más me gusta de todos los que me gustan. Sabe a leche y a calor.
Entoces me muerdo uno de los diez dedos que tengo, lo chupo como si fuera mi mamá. Y claro, me lo paso de miedo.
El pulgar es mi preferido. Sabe bien.

He descubierto también dos agujeros que sirven para guardar los moquitos.
Están en una especie de montañita enmedio de la cara.
Cuando los moquitos salen de los agujeros, mi mamá se pone muy contenta.
¡Qué cosas sienten estos mayores!

En ambos lados de la parte de arriba tengo dos agujeros que no sé para lo que sirven.
De momento me entretengo dándoles golpecitos con los dedos.
Hacen ¡boing!, ¡boing!; y me dan mucho juego antes de irme a dormir.
¡Boing!, ¡boing!
Creo que son juguetes que Dios nos dejó para entretenernos.
¡Boing!,¡boing!

Y luego está el gran agujero.
Está justo debajo de la montañita de los moquitos.
Este orificio es por donde me entra la comida y donde tengo una especie de serpiente blandita que me sirve para llorar mejor. La lengua, se lo he oído a mi papá, se llama la lengua. Como mi papá es un hombre muuuuy alto, pues yo me creo eso de los nombres.
No tengo ganas ni edad para entrar en discusiones sobre cosas así.

Dentro de este agujero tengo unos huesos que mi papá llama dientes, y mi mamá llama Pabletes. En este punto me proporcionan una información contradictoria. ¿Son dientes o son Pabletes?
Supongo que cuando crezca descubriré el misterio de estos huesos.

Bien, la cuestión básica es que estos huesos cuando te salen, te duelen un montón.
¿Qué hacer?

Yo lo tengo bastante claro. Cuando algo me duele o no lo entiendo, me pongo a llorar. Por si acaso.
Entonces viene mi mamá y se le pone cara de patata.
La frente se le llena de arruguitas y le salen chispas por los ojos.
Se nota que le preocupa el tema.
Al rato viene Leles, que es una amiga de mamá que también tiene cachorros humanos.
Entonces se ponen a hablar y a hablar. Dicen cosas extrañas sobre "mordedores", "cremitas para las encías" y "farmacias".
¡Pero bueno!, resulta que no se ponen de acuerdo
sobre si se llaman dientes o Pabletes, y encima quieren que no me duela.
¡Menudas son las mamás!

Bien. Acometamos la cuestión para discernir de una vez qué es lo que está pasando.

Mamá: la verdad que los huesitos estos me duelen cuando salen, pero luego dejan de doler y yo sigo llorando un rato porque quiero que me hagas mimitos.
¡Esa es la cruda realidad!
Más vale que lo vayas asimilando.

Me gusta verte en cinemascope cuando te asomas a la cuna.
Llenas toda la pantalla, chica.
Aparecen colores muy bonitos, como el color carne de tu cara y el color rojo de tus labios.

Y también está el tema de los pelos.
Cuando te inclinas sobre mí, hay veces que tus pelos me dan en mi cara y entonces juego a cogerlos y a chuparlos.
Y huele como el cielo, que es un sitio azul donde flotan las nubes.
Así que he descubiero que Dios nos puso los dientes ésos o Pabletes, con el fin de poder ver de cerca los coloretes de la cara de mamá.
Para tocarte las arruguitas de la frente y que desaparezcan.
Agarrar tu pelo y oler el champú chulo que usas.
Acercar mi cara a la tuya y sentir calorcito.
Y sobre todo (y creo firmemente que ésta es la razón de la existencia de los dientes o Pabletes), para que me des teta sabrosa.

La cuestión de la teta es un festín, chico.
Aquello es enoooorne y blandito.
Cuando te acercas y la agarras con la boca, suena música.

Es como cuando vivía en la tripa de mamá y me alimentaba por un tubo que estaba atornillado a mi barriga, que ahora no me acuerdo cómo se llama el tubo que tenía atornillado a mi barriga.
...
Bien. Una vez aclarado el tema de los dientes o Pabletes, aprovecho la ocasión para deciros una cosa, señores mayores.
Tengo un agujero muy útil, por donde me entra la comida, que me sirve para darle besos a mamá y a papá (el señor aaaalto).
Allí están los huesos ésos que me hacen daño algunas veces.
Pero no os preocupéis, chicos.

El Sr. Dios puso ese agujero allí por dos razones fundamentales:
La primera y básica, para comerme el mundo con patatas.

Y la segunda y fundamental, para poder decirle a mi mamá, que yo Pablo, menor de edad y en plenas facultades infantiles, declaro de forma solemne y sincera que...

"¡Mamá: estás para comerte!"

Atentamente: Driver.



2 comentarios:

  1. Leles, es precioso, delicado, divertido, sutil, realista,...¿qué mas se puede pedir?
    Gracias por compartir este regalo.

    Un besico.

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  2. buenas noches....gracias leles, dale las gracias al boss, porque tu bien sabes que el tema teta fue un poco delicado para mi y mi Pablete, pero visto de la manera que lo ve tu jefe se hace menos amargo....
    Ayyyy esos dientes o pabletes, que me traen por el camino de la amargura....
    Me encanta el cuento, se lo leere a Pablo por las noches a ver que le parece,....
    Bicos a los dos....de la madre que está para comersela y del diablillo sin dientes,....que por eso me libro y no me tiene comido...

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